Leer la última novela de Máximo Huerta ha sido como abrir la ventana de una buhardilla y dejar que entren el olor a café, el humo de los cigarrillos y el rumor de una ciudad que se despereza con elegancia. París es el gran personaje de esta historia: el París de los años veinte, de las costureras y los pintores, de los poetas que pasan la tarde en los cafés hablando del futuro, de los atletas que se preparan para unos Juegos Olímpicos que parecen anunciar un mundo nuevo.
Huerta escribe con un pulso delicado, casi de modista. Cada frase parece cosida con hilo fino, como si la novela fuera un vestido a medida para el lector. La protagonista —una joven que sueña con encontrar su sitio en un mundo que cambia demasiado deprisa— es nuestra guía por este escenario vibrante. Su voz está llena de anhelo y de ternura, de esa mezcla de miedo y esperanza que todos sentimos cuando decidimos romper el molde que otros nos han impuesto.
No es una novela de giros bruscos ni de grandes sobresaltos: es una novela para demorarse, para leer despacio, como quien pasea sin prisa por las orillas del Sena. El ritmo pausado es parte de su encanto: obliga a detenerse en los detalles, en el sonido de los tranvías, en el brillo de un escaparate, en las conversaciones robadas en las esquinas.
Cuando cerré el libro, sentí que París seguía despierto en mi mesa, que la ciudad aún olía a lluvia reciente y que la modista seguiría su vida sin mí, cosiendo sueños en un pequeño taller. París despertaba tarde es, sobre todo, una invitación a soñar con otras vidas posibles, a recordar que las ciudades, como las personas, también saben reinventarse.
Ficha técnica
- Título: París despertaba tarde
- Autor: Máximo Huerta
- Editorial: Planeta (2024)
- Género: Novela contemporánea, ficción histórica
- Extensión: ~350 páginas
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