No se crean necesidades… se descubren deseos
La mayoría de las personas ya tienen necesidades o aspiraciones: seguridad, comodidad, estatus, salud, ahorro de tiempo, pertenencia, felicidad…
La tarea de una marca no es inventarlas, sino hacer que vean cómo su producto satisface una de ellas.
Conecta con una emoción
Las decisiones de compra son emocionales, y luego la razón las justifica.
El truco está en activar una emoción concreta:
- Miedo: “¿Y si no estás protegido?”
- Deseo: “Te mereces disfrutar de esto.”
- Seguridad: “Con nosotros, duermes tranquilo.”
- Orgullo: “Forma parte de los que eligen calidad.”
El mensaje debe hacer sentir, no solo informar.
Crea el “antes y después”
El cliente debe visualizar cómo mejora su vida al usar el producto. El contraste genera deseo de cambio y motiva la compra.
Usa el poder del problema
Si el cliente no percibe un problema, no buscará solución. La misión es: mostrar el problema y luego ofrecer la solución.
Ejemplo: “¿Sabías que el 60% de las averías se pueden evitar con una revisión preventiva?”
“Te ayudamos a mantener tu coche siempre listo.” Primero creas conciencia del riesgo, luego entregas tranquilidad.
Haz que se identifique
Las personas compran productos que encajan con su identidad o aspiración. Usar un lenguaje, imágenes y ejemplos que reflejen su estilo de vida.
El verdadero truco no es manipular, sino entender, emocionar y conectar. Cuando logras que la gente sienta que tu producto mejora su vida, la compra ocurre de forma natural.



