Durante mucho tiempo, el talento se asociaba casi exclusivamente a habilidades innatas: el «don natural» para hacer algo. Pero hoy, el concepto ha evolucionado.
Hoy el talento es mucho más que capacidad innata:
Adaptabilidad: la habilidad de aprender rápido, desaprender y volver a aprender en un entorno cambiante.
Inteligencia emocional: saber gestionar las propias emociones y relacionarse empáticamente con los demás.
Pensamiento crítico: cuestionar, analizar y proponer soluciones creativas a problemas complejos.
Aprendizaje continuo: la capacidad de mantenerse actualizado, de buscar y adquirir nuevos conocimientos constantemente.
Colaboración: trabajar en equipo, construir redes de confianza y aportar valor compartido.
El talento actual es una combinación de habilidades técnicas, blandas y actitud proactiva. No se trata solo de lo que sabes hacer, sino de cómo te adaptas, cómo aprendes y cómo aportas a tu entorno.
El talento ya no es solo «tener un don», sino saber desarrollarlo.