Casa Enrique en Solares

Casa Enrique en Solares

Casa Enrique es un establecimiento muy entrañable

En mayo estuvimos un par de noches en Casa Enrique de Solares (Cantabria) y aprovechamos para degustar la tan afamada cocina que ofrece y la verdad es que la fama es bien merecida.

Lo fuerte es el Carico Montañés, pero nos coincidió en las dos ocasiones en la cena y no nos parecía adecuado ir a dormir realizando la digestión de tal plato por lo que optamos por cosas más sencillas y en plan picoteo y cualquiera de las cosas que probamos merecían la pena tanto por la preparación como por la calidad de los ingredientes.

No soy muy partidario de los pimientos morrones y francamente no es algo que tenga integrado en mi dieta, pero mi acompañante los pidió y siempre cato para hacer una valoración y puedo decir que resultaron totalmente exquisitos hasta el punto que si los que me ofrecieran siempre fueran esos, los pediría sin lugar a dudas, de hecho los pedí para mí también.

Se trata de los pimientos de Isla, que a pesar de su nombre, son de interior, de una localidad cercana a Solares denominada Isla y en Casa Enrique nos los presentan de un modo fantástico y, como hemos dicho, sabrosísimos.

Los bocartes del cantábrico nos encantaron y francamente los recomendamos y probamos también unas rabas de calamar muy frescas y de excelente calidad, además de algún que otro postre, como la Tupinamba (unas natillas un tanto especiales) y el Tiramisú que estaba muy sabroso.

Alguna tapa de Bacalao guisado y Albóndigas, y una ración de Perrechicos (setas silvestres) en revuelto (también la preparan con jamón) que estaban muy buenos.

El desayuno, la verdad, es que es de los de antes y que te quitan el apetito para todo el día, porque las tostadas de pan de verdad, con mantequilla de la de antes, mermelada casera y bizcocho como los de toda la vida unido todo ello a un buen café con leche, todo es digno de reverencia.

Cuando elegimos Casa Enrique no estábamos convencidos de que el hotel estuviera a la altura, porque aunque teníamos referencias y buenas, eran del restaurante y no muchas del hotel y, además en su página web las fotos no hacían merecimiento a lo que nos íbamos a encontrar.

Es cierto que las habitaciones no son especialmente grandes y son herederas del estilo que marca el año de fundación de la casa y por tanto la construcción es la que es y no son precisamente unas habitaciones grandes, pero sí lo suficiente para sentirse cómodo, con unos colchones excelentes y un ajuar de calidad, con las iniciales de la casa bordadas y con una limpieza absoluta por doquier.

Ciertamente las casas antiguas son algo más ruidosas que las modernas que tampoco están exentas de molestias, pero el encanto del lugar y lo bien que se está allí es algo que hace olvidar cualquier pequeño inconveniente de escuchar unos pasos o una cisterna, pues compensa con creces.

De la localidad no se perciben ruidos y es curioso que estando frente a la estación ni nos enteramos del ruido de los trenes, si los hubo, que supongo que en la horas de descanso no pasa ninguno y si pasa, no lo escuchamos.

Pero lo más increíble de Casa Enrique es que vuelves, la gente vuelve, los huéspedes son gente que regresa y los que entraban para alojarse ya conocían Casa Enrique y nosotros, que era la primera vez que íbamos, volveremos y sin tardar, pues en esta ocasión nuestro viaje era de negocios, pero nos encantó Cantabria, la zona y desde luego Casa Enrique porque aunque el precio es económico, lo de menos es el precio, sino el sentirse como en casa y eso no tiene precio.

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