Hay personas que no solo toleran el peligro, sino que lo buscan activamente. Desde escaladores sin cuerda hasta saltadores BASE, corredores de rallies extremos o exploradores de volcanes activos… muchos ponen su vida en juego, y no por necesidad, sino por elección.
¿Qué hay detrás de este comportamiento?
1. Biología del riesgo
La adrenalina y la dopamina se disparan cuando afrontamos situaciones límite. Para algunas personas, esa sensación no es miedo, sino placer. Se sienten más vivos cuando más cerca están del borde.
2. Personalidad tipo «sensation seeker»
Algunos perfiles psicológicos están más inclinados a buscar experiencias nuevas, intensas y desafiantes. Lo desconocido no los paraliza: los impulsa.
3. Desafío al miedo y al control
Correr riesgos puede ser una forma de afirmar la propia libertad, de desafiar límites sociales o de vencer miedos personales.
4. Conexión con el presente
El peligro obliga a estar plenamente consciente y enfocado. Para muchos, es una vía directa a la “zona de flujo”, donde no existe el pasado ni el futuro: solo el ahora.
¿Héroes modernos o imprudentes inconscientes?
Depende del enfoque. Si hay entrenamiento, experiencia y preparación, el riesgo puede ser calculado. Pero también hay casos donde la búsqueda constante de intensidad lleva a imprudencias innecesarias o a ignorar límites físicos y mentales.
Ejemplos conocidos:
- Alex Honnold, escalador de “solo integral” (sin cuerda)
- Felix Baumgartner, salto desde la estratósfera
- Exploradores urbanos que escalan edificios sin permiso ni arnés
- Aficionados al wingsuit, que sobrevuelan montañas a ras de suelo
Para algunos, el riesgo no es locura, es su forma de sentir que están realmente vivos.
Y aunque desde fuera parezca incomprensible, para ellos… la vida sin emoción no es vida.